Cardenal Cisneros (Torrelaguna, hacia 1436 – Roa 1517)

El origen de la universidad de Alcalá

Don Gonzalo Jiménez de Cisneros nació en la localidad madrileña de Torrelaguna el año 1436. Como muchos de los miembros de la clase hidalga, el joven Gonzalo inició carrera eclesiástica, cursando estudios en Roa para después trasladarse a Alcalá de Henares, una de las ciudades más importantes y vinculadas a su vida.

Posteriormente se trasladó a Salamanca para estudiar teología y derecho, finalizando su carrera estudiantil en Roma, adonde marchó para perfeccionar en administración eclesiástica. Tras el fallecimiento de su padre regresa a España y consigue el arciprestazgo de Uceda, enfrentándose con el arzobispo de Toledo, lo que significó el encarcelamiento de don Gonzalo durante varios años.

A pesar de su reclusión, Cisneros no renunció a su cargo, en el que fue mantenido por el cardenal Gónzalez de Mendoza. En el año 1480 recibe la capellanía mayor de la catedral de Sigüenza, iniciando su prestigiosa carrera eclesiástica y política. Movido por la piedad, cuatro años más tarde decide ingresar en la Orden Franciscana, cambiando el nombre de Gonzalo por el de Francisco. El convento de Castañar será donde realice el noviciado para pasar más tarde al de La Salceda donde será elegido superior. Su escalada no finaliza ahí ya que en el año 1492 la reina Isabel le elige como confesor siguiendo los consejos del ahora arzobispo de Toledo, el cardenal González de Mendoza, primer protector de Cisneros.

Principal consejero de la Reina Católica

Dos años más tarde es elegido provincial de la Orden Frnaciscana para Castilla, convirtiéndose en el principal consejero de la Reina Católica. El fallecimiento del cardenal Mendoza le permitirá acceder al arzobispado de Toledo, uno de los puestos más importantes en la política española.

La ideología reformista de Cisneros le permitirá realizar una interesante labor pastoral en la provincia de Toledo, convocando varios sínodos diocesanos y recibiendo la orden del papa Alejandro VI de reformar los religiosos hispanos al ser nombrado visitador de los franciscanos (1496) y de las órdenes mendicantes (1499).

Por estas fechas, Cisneros contaba con el total apoyo de los reyes por lo que le fue encomendada una importante misión: evangelizar a los musulmanes de la recién conquistada provincia de Granada. Los métodos represivos empleados por el cardenal cumplieron su objetivo ya que fueron varios miles los musulmanes que recibieron el agua del bautismo, convirtiéndose en cristianos.

Don Francisco abandonó paulatinamente la labor pastoral para dedicarse a los asuntos políticos, espoleado por la complicada situación que vivía Castilla tras el fallecimiento de la reina Isabel en 1504. Juana heredaba la corona castellana según el testamento real, en el que se incluía una cláusula por la que Juana debía ceder sus derechos a su padre, Fernando el Católico, en caso de trastornos mentales. Esta situación provocaba una enorme tensión ya que el país se dividía en dos bandos: los partidarios del Católico y los que veían en Felipe, el esposo de Juana, la solución a sus problemas. La solución temporal llegó con la retirada de Fernando a sus estados de Aragón y el acceso de Felipe a la corona, solución transitoria ya que Felipe fallecía en el mes de septiembre de 1506 de manera repentina.

Regente de Castilla

Cisneros se erige desde ese momento en el regente de Castilla con dos objetivos muy claros en su política: el inmediato regreso de Fernando a Castilla y el mantenimiento del orden nobiliario, encaminados ambos al fortalecimiento del poder real. El regreso del rey católico a Castilla beneficiará a Cisneros que consigue el cardenalato en 1507 gracias al apoyo real. Su participación en episodios militares se incrementará en estas fechas ya que se ofreció en ayuda del rey para las campañas de Africa, llegando a intervenir personalmente en la campaña de conquista de Orán, plaza que pasó a depender del arzobispado de Toledo. Su papel en la política castellana se afianzó al obtener el cargo de Inquisidor General, una de las piezas clave en la política del momento al tener bajo su mando al temido y respetad Santo Oficio.

En 1516 fallece Fernando el Católico y Cisneros vuelve a ser nombrado regente de Castilla mientras el hijo natural de Fernando, Alonso, es nombrado regente de Aragón. Quizá sean estos momentos los más difíciles de su carrera ya que se tendrá que enfrentar a diversas sublevaciones nobiliarias, aprovechando el “vacío de poder”, con el fin de recuperar sus privilegios perdidos durante el reinado de Isabel. Para evitar conflictos decidió organizar una milicia urbana que recibió el nombre de Gente de la Ordenanza. Serán estas las tropas que, según cuenta la leyenda, mostró a sus enemigos al mismo tiempo que manifestaba: “Estos son mis poderes” cuando los nobles preguntaban al cardenal que en que basaba su legitimidad.

Papel político esencial 

Cierta la leyenda o no, lo que debemos considerar es el deseo de Cisneros de mantener su política centralista y de fortalecimiento del poder real, objetivo que consiguió con creces. A esta revuelta interna se suman los intentos de los colaboradores flamencos del rey Carlos I por intervenir en la política castellana así como graves conflictos exteriores: deseos por parte de Francia de tomar Navarra y presiones de los corsarios berberiscos en el norte de Africa. Las soluciones aportadas por Cisneros siempre resultarán satisfactorias, desempeñando un papel fundamental en estos turbios años.

El cardenal fallecía en Roa (Burgos) el 8 de noviembre de 1517, cuando iba al encuentro del nuevo monarca, Carlos I. La muerte del eminente político le sirvió para no recibir la humillación que tenían preparada los colaboradores flamencos: su inminente renuncia a todos sus cargos, poco elegante manera de agradecer los desvelos de don Francisco por mantener el control del país. La faceta de gobernante de Cisneros no oculta una de sus más importantes empresas: la fundación de la Universidad Complutense en Alcalá de Henares en 1507 con una orientación pedagógica más renovadora, contando con la inestimable participación de Antonio de Nebrija entre los profesores.

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