Escape. Una película imposible de definir en una frase

Escape, la nueva película de Rodrigo Cortés, producida nada menos que por el mísmisimo Scorsese, y protagonizada por un elenco de actores que recoge lo mejor del cine español, es sin duda, la película española más sorprendente desde hace mucho tiempo. Basada, en la novela del mismo nombre de Enrique Rubio pero con una versión muy muy libre, como el propio Rodrigo afirma.

No diremos que es una película para todos los públicos, ni tampoco para todos los gustos, puede haber espectadores que directamente la odien o abandonen la sala porque, desde luego no es un película sencilla de clasificar. Si la definiéramos como comedia dramática estaríamos solo simplificando que la película asegura momentos dramáticos y también risas, que sin duda es así, pero también esta clasificación se queda muy corta.

Escape muestra tintes del mejor cine de Berlanga o Buñuel, pero tampoco es definible, al menos en mi opinión, como cine surrealista en términos estrictos . Y es que es una de esas películas de las que no sabes muy bien que comentar cuando sales del cine y que va creando ese poso durante los día siguientes que hace que te apetezca volver a verla otra vez porque tienes la sensación de que, en un siguiente visionado, la saborearás mucho mejor, ya que el ritmo trepidante en algunas escenas, y tan sorprendente en otras, hace que la primera vez que la ves provoque la sensación de : “¿pero que estoy viendo? ¿que está pasando?

La película consigue crear ese mundo propio, imposible en el que el espectador hace el pacto de: “vale, me lo creo, porque estoy dentro de este universo, aunque sea lo menos creíble del mundo”. Esa parte que te despista constantemente hacia escenas imposibles, contrarresta con escenas cotidianas y diálogos muy del día a día que vuelven a conectarte con la realidad y a hacerte pensar que un personaje como el de N (el protagonista de la historia) es creíble y posible de encontrar.

Una interpretación magistral de todos los actores, por supuesto de Mario Casas que hace un trabajo impecable, con un personaje complicadísimo y en que arriesga toda su capacidad actoral. Acompañado por Anna Castillo (su hermana en la cinta) da vida a Abril, el personaje más luminoso de toda la película, no sin impregnarle del matiz fuertemente dramático que tiene su personaje, la historia y todo lo que le rodea.
El resto de los actores interpretan a personajes secundarios, llamados así por el tiempo de metraje que ocupan en la película pero sin los que, desde luego, la calidad final de la propuesta de Rodrigo Cortés no sería la misma:
Ese juez al que da vida Jose Sacristán, la psicóloga de los sótanos de la cárcel Blanca Portillo , el compañero de celda Albert Plá, ese sacerdote interpretado por Jose María Pou o el director de la cárcel con botas de aguan Juanjo Puigcorbé son algunos de los actores de los de primer nivel a los que no es tan habitual ver trabajar juntos en una película. Si dejar de lado, por supuesto, al resto de personajes interpretados por actores menos conocidos que “bordan” sus respectivos personajes.

Una película llena de grises, tanto en la ambientación como el vaivén moral que propone al espectador cuando nos lleva de un lado a otro a compadecer a ese personaje protagonista que está completamente roto, pero también, a odiarle un poco por su postura egoísta y falta de empatía absoluta con personas que le quieren como es el caso del personaje de su hermana.

Habría muchas cosas que destacar de las escenas de la película pero no quiero hacer spoiler y fastidiar la sorpresa de las personas que decidan ir a ver esta película que, gustos cinéfilos al margen, creo que nadie debería perderse por ser una propuesta tan original como desconcertante. Una propuesta que, sin duda, no estamos acostumbrados a ver en cine español y una muestra más de la genialidad de Rodrigo Cortés

Si os apetece, podéis escuchar este podcast especial sobre la película, pero si no la habéis visto todavía mejor no 😉

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