¿Cuántos fantasmas tienen que visitarte para que comprendas el verdadero significado de la Navidad?

Cien razones para amarte LIII

¡Ya hemos pasado la mitad de las cien razones, y aquí seguimos!

Esta es la Quincuagésimo segunda entrega de la serie de artículos CIEN RAZONES PARA AMARTE sobre Alcalá de Henares con que nos deleita nuestro colaborador Antonio Lera sobre las cien razones que le han llevado a amar esta ciudad.


“¡Ay, pero qué agarrado era aquel Scrooge! ¡Viejo pecador avariento que extorsionaba, tergiversaba, usurpaba, rebañaba, apresaba”

Cuento de Navidad. Charles Dickens

Sé que el mantel es bonito. Lo sé porque no puede ser de otra manera. Seguramente esté decorado con labores de motivos navideños o con filigranas bordadas en hilo de oro, pero es pura intuición, porque verlo, más allá de la tela blanquecina que cae delicadamente por los bordes de la mesa, no lo veo. Una mesa que, extendida en toda su posible capacidad geométrica, espera rebosante de toda clase de viandas tan opulentas como innecesarias a que los comensales ocupen el lugar designado por el protocolo frente a su plato para los entrantes, su hilera de copas para el agua, el vino y el cava, y la fila de cubiertos que de fuera a dentro irán cumpliendo su función según marca la etiqueta. Gambas, langostinos y percebes, jamón del bueno, embutidos variados y una tabla de quesos nacionales, canapés de paté y tostadas con salmón ahumado, unos mejillones al vapor y unas almejas a la marinera. Lo dicho, imposible ver el mantel con tanto exceso gastronómico ocultando su superficie. Y sólo es el preludio, medio cochinillo espera calentito su turno en el horno mientras las bandejas de turrones, mazapán y polvorones acompañan en una mesita junto al árbol de Navidad al móvil de última generación, a la Xbox número no sé cuantos y al abrigo de alta costura francesa envueltos en papel de regalo de Mickey Mouse y el Pato Donald.

Todo ello para celebrar que hace 2022 años un niño nació en un establo acompañado únicamente por su madre, evidentemente, por su padre, no voy a entrar en discusiones teológicas, y por un buey y una mula. Irónico cuanto menos. Hemos perdido el norte. Yo el primero, y no me vale como excusa mi acérrimo agnosticismo religioso. Tal vez no crea que fuera el hijo de Dios, pero no puedo negar que Jesucristo es el personaje más influyente de la Historia de la humanidad, para bien, por toda la grandeza de su mensaje, y para mal, por culpa de los que a lo largo de los siglos lo fueron distorsionando cada vez un poquito más para adaptarlo a sus intereses e ideales. Pero no todo es negativo. La Navidad es época de celebración con la familia y los amigos, de manos estrechadas y cuerpos abrazados, de reencuentros y perdones, de niños sonriendo y de adultos riendo a carcajadas. Y sobre todo es una época de solidaridad. En Navidad más que en ningún momento del año sentimos la necesidad de ayudar a ese otro mundo que vive en una miseria que alimenta las despensas de los ricos y de la que desviamos la vista obscenamente para no sentirnos culpables.

Porque en Navidad, salvo los Ebenezers Scrooge de corazón de piedra, todos ayudamos. Limpiamos un poco nuestras conciencias llevando unos juguetes usados a algún punto de recogida, donando latas de bonito y paquetes de arroz al banco de alimentos o dedicando unas horas de nuestro tiempo a servir sopa en un comedor social. En realidad, es genial, ojalá fuera así todos los días. Y lo cierto es que lo es para algunas personas, que dedican su tiempo y su esfuerzo a ayudar a los demás, desinteresadamente y sin necesidad de vanagloriarse de ello. Por justicia, por puro baño de realidad, sin condescendencia ni arrogancia lastimera. De tú a tú, cara a cara, en el terreno, bajando al barro y mirando directamente a los ojos del dolor y el sufrimiento y diciéndole “aquí estoy, no me vas a amedrentar”.

No hace mucho todavía que “Juanillo” nos dejó. Pero pasará el tiempo y siempre perdurará en el recuerdo de todos los que le conocimos. Era un hombre de cuerpo pequeño, palabra dócil, bigote exorbitante, alma inmensa y legado eterno. En una época, hace ya más de 30 años, en la que ser voluntario no estaba de moda y los políticos no se apuntaban medallas por apoyar causas sociales, se negó a escurrir el bulto y se empeñó en que había que ofrecer alternativas a los jóvenes para que no cayeran en la drogadicción y en que los niños de su barrio tenían tanto derecho a una infancia feliz como los de cualquier otro lugar de Alcalá de Henares. Así nació CAJE, Colectivo de Acción para el juego y la educación, y en el Distrito II de Alcalá de Henares un rayo de esperanza fue calando poco a poco hasta convertirse en un halo de realidad. Hoy en día el proyecto sigue tan fresco como siempre y más necesario que nunca, con ideas y aventuras nuevas y mucho camino por recorrer, todos juntos, con la gente del barrio, gracias a personas como Jaqueline, Sergio, Concha y otros muchos que han pasado por el centro cívico María Zambrano dejando su huella. La mía fue mínima, me llevé mucho más de lo que dejé, el cariño de unos niños que sólo necesitan que alguien los escuché y les dé un pequeño empujón para demostrar todo lo que valen. Para gritarle al mundo que no es una cuestión de donde nazcas o donde vivas, sino de oportunidades. Si tienes unas horas libres a la semana no lo dudes, será una experiencia inolvidable. Al final te aseguro que el que saldrá ganando eres tú.

No hay nada más mezquino que negarle ayuda a los que huyen del fuego de las armas que nosotros mismos les hemos vendido a sus asesinos. Esconderse tras excusas que son mentiras y convertir en culpables a las víctimas. Patriotismo barato y de pacotilla que se nutre del odio y del miedo, de la ignorancia y la desconfianza. Que vive gracias al anonimato, al no ponerle cara a los hombres, mujeres y niños que huyen del terror y de la muerte con la esperanza de poder regresar algún día a la tierra que los vio nacer. En Bienvenidos Refugiados Alcalá de Henares lo saben, de primera mano, porque ellos sí que han visto cara a cara el terror y la desesperanza fruto del exilio obligado, de la vida deportada, de la libertad perseguida y humillada. Porque no tienen miedo a hablar del tema, aunque escueza, a decir la verdad, que se trata de xenofobia y racismo disfrazados de cupos y falsa racionalización de los recursos. Y porque actúan, de mil maneras, las palabras solas no bastan. No los mires, únete. La indiferencia también es responsable.

bienvenidosrefugiadosadh@gmail.com

Mi amiga Carol ama la India, por muchos motivos, todos ellos hermosos. La conocéis. Sus fotografías dan luminosidad a mis relatos y los elevan de su inevitable mediocridad a una aceptable decencia gracias a la belleza de las imágenes captadas por el objetivo de su cámara. Ella fue la que me habló de Amin Sheikh y de su proyecto de cafetería librería Bombay to Barcelona Library Cafe. Me contó su historia, esa que más tarde descubrí con más detalle en su libro, y cómo en una sociedad en la que la pobreza está institucionalizada a través del sistema de “castas” él logró escapar de la miseria que de niño lo tenía atrapado en las calles de Bombay gracias a la ayuda de otras personas y a su propio esfuerzo y determinación. Me explicó que Amin hizo realidad sus sueños pero que eso no le bastaba, que no se detuvo ahí, que su verdadero anhelo era ayudar a otros niños a escapar de una vida de indigencia y darles la posibilidad de tener un futuro mejor, de poder huir de los slums, de encontrar un lugar donde buscar refugio, algo de comida, un poco de educación y mucho cariño. Y un trabajo, porqué no. Más de cuarenta jóvenes han logrado huir de la marginación gracias a este proyecto y trabajan en la cafetería, teniendo un salario justo, una vivienda digna y cuidados médicos. Siempre hay un rayo de esperanza, incluso donde menos te lo esperas. Eso sí, tiene que haber alguien que encienda la chispa, y con tu ayuda le será más fácil conseguir que la llama perdure e ilumine con más fuerza.

El 12 de enero de 2010 tuvo lugar una de las mayores tragedias humanas en lo que llevamos de siglo. Un terremoto destruyó prácticamente Puerto Príncipe, la capital de Haití, el país más pobre de América. Más de 200.000 personas perdieron la vida y muchas otras se quedaron sin hogar. La escasez de alimentos y medicinas agravó la situación, y la ayuda internacional se convirtió en la única salida para evitar que la catástrofe fuera aún mayor. En los colegios e institutos de Alcalá de Henares ocurrió algo maravilloso e inolvidable. No importa de quien fue la idea, ni como surgió ni de que forma se llevó a cabo, pero los pasillos del CEIP Cervantes se llenaron de cajas repletas de alimentos, ropa y medicinas procedentes de los otros centros escolares de la ciudad. Los niños y sus familias se volcaron en poner su granito de arena, donando, seleccionando, empaquetando y cargando todo lo recolectado. Curiosamente de los colegios de los que más cantidades llegaron fue de los situados en los barrios más pobres. Está claro que el dinero y el altruismo no van casi nunca cogidos de la mano. No hay nada como haber pasado necesidades para saber lo que realmente significa. Aprendimos que la solidaridad es una parte imprescindible de la educación de nuestros hijos, y que el pequeño esfuerzo de muchos llega más lejos que los grandes sacrificios de unos pocos. Pocas veces me he sentido tan orgulloso de vivir en Alcalá de Henares, pocas razones tan hermosas como esta para amarla.

Haití sigue siendo el país más pobre de América.

“Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados,
cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte”

Evangelio según San Lucas (14, 13-14

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