Cien razones para amarte XLIII
Esta es la cuarenta y tres entrega de la serie de artículos CIEN RAZONES PARA AMARTE sobre Alcalá de Henares con que nos deleita nuestro colaborador Antonio Lera sobre las cien razones que le han llevado a amar esta ciudad. Las fotografías que acompañan esta entrega son obra de la mirada desde el objetivo de su cámara de Carolina Delgado
De la plaza Cervantes a la de los Santos Niños atravesando la calle Mayor. Y vuelta para abajo, y vuelta para arriba, y como es domingo nos metemos en misa de a doce en la Magistral, y a la salida un vermú o un Rioja alavesa en el Tempranillo, que quien dice un Rioja también dice un Ribera, un Verdejo o hasta un Bierzo, que por carta de vinos en una vinoteca no va a quedar. Y si va entrando el hambre y hay que marchar para casa o no apetece cocinar y vamos a buscar mesa en algún sitio antes de que se haga más tarde pues desde aquí hacia donde queramos, todos los caminos llegan y salen de la plaza de los Santos Niños, que estamos en el centro de la ciudad, en el lugar donde empezó todo.
Porque la actual Alcalá de Henares nació y creció a las afueras de Complutum, en el lugar donde en el año 304 d.C. fueron martirizados los Santos Niños Justo y Pastor en el marco de las persecuciones contra los cristianos promovidas por el emperador romano Diocleciano. Y alrededor de una pequeña capilla que se levantó para su culto y veneración fue prosperando una nueva ciudad cristiana mientras la antigua urbe romana comenzaba a despoblarse y caer en el olvido. La pequeña capilla se convirtió en Catedral, con su obispo y todo, y por estas cosas de las conquistas y las reconquistas pues Catedral destruida, reliquias de los santos esparcidas por el mundo y a volver a empezar. Por una simple y modesta iglesia, que a un arzobispo toledano le dio por convencer al Papa de que eso de que haya obispo en Alcalá nada de nada, que las rentas para él. Con el paso de los años la iglesia se convirtió en colegiata, y luego en magistral, lo que quiere decir que todos sus canónigos son doctores, un privilegio que sólo comparte con la iglesia de San Pedro de Lovaina. Hasta que en 1991 “habemus obispum” y con la diócesis restaurada Alcalá puede decir con orgullo que tiene Catedral que para más pompa y boato además es Magistral.
No muy llamativa, todo hay que decirlo, sobre todo si la comparamos con las grandes catedrales góticas de León, Burgos o Santiago. Pero para el pueblo de Alcalá, los de siempre, los descendientes de los que pusieron los reales para salvar la Universidad, los que nunca se movieron de aquí y no pueden disimular cierto orgullo de clase ganado a base de generaciones de oriundez, es su parroquia, su templo, donde se celebran los funerales de sus padres, se casan sus hijas y sus nietos son bautizados. Entre las imágenes de la Virgen del Val y del Ecce Homo y las reliquias de San Diego y los Santos Niños. Reliquias estas últimas que por cierto con su tanto ir de aquí para allá han hecho que los niños Justo y Pastor conozcan más mundo después de muertos que cuando estaban vivos.
Hasta que el domingo 7 de marzo de 1568, tras un largo peregrinaje que comenzó en Huesca el 24 de enero de ese mismo año, llegaron a Alcalá de Henares la pierna izquierda desde la rodilla de San Pastor y parte de la espalda, el hombro derecho y una costilla de San Justo. Las reliquias de los Santos Niños, al menos parte de ellas, regresaban a la ciudad donde más de doce siglos antes habían sido martirizados. En La vida, el martyrio, la invención, las grandezas y la translaciones de los gloriosos niños Martyres San Justo y Pastor Ambrosio de Morales, médico, historiador, arqueólogo y cronista en época de Felipe II, humanista a fin de cuentas, relata la gran fiesta que se produjo en Alcalá con motivo del regreso de las reliquias de los patrones de la ciudad. Una fiesta que duró todo el día y se alargó durante parte de la noche desde que los restos llegaron a la ciudad por el camino de Guadalajara hasta que fueron depositados en la por entonces Iglesia Magistral. No puedo evitar que me llame la atención que una religión que siempre ha defendido la inmortalidad del alma después de la muerte, la futilidad de nuestro paso por la vida terrenal y la preponderancia del espíritu sobre la materia se aferre tanto a venerar los cuerpos incorruptos de santos, beatas, mártires y demás difuntos canonizados. Tal vez que mis convicciones personales estén más cercanas a un podríamos llamarlo realismo cínico que a la Fe cristiana provoque que vea cierta morbosidad en que los restos de personas fallecidas sean desmembrados y repartidos por el mundo para ser adorados como si de tótems paganos se trataran. Pero como decía Miguel de Unamuno, “no se puede racionalizar la Fe”.
Pero la plaza de los Santos Niños no es sólo la Catedral. También es una casa tapón, con grafitis de batallas titánicas entre gigantes disfrazados de molinos y caballeros andantes, que te obliga a girar a la derecha o a la izquierda cuando se termina la calle Mayor, pero ay amigo, no, de frente para nada, que por algo la llaman la casa tapón. Y es un monumento al Quinto Centenario del Descubrimiento de América, que logró algo que parecía imposible, que el Partido Popular e Izquierda Unida se pusieran de acuerdo para aprobar una moción en el Ayuntamiento para que lo retiraran porque afeaba el entorno de la Plaza. Hecho que al final no se produjo porque a cambio el PSOE pidió que se quitara también una placa de la fachada de la Catedral que rezaba “Sacerdotes mártires de Jesucristo de Alcalá de Henares, víctimas de la persecución roja”. Con la Iglesia hemos topado amigo Sancho, ahí siguen las dos, placa y escultura. Y es noches de concierto, baile, seducción y copas en el Green Irish Pub, con sus tardes de karaoke y rugby y sus fiestas de Halloween y San Patricio. Es punto de partida y estación de destino, es el corazón de la ciudad, uno más, porque los lugares como Alcalá de Henares laten con tanta fuerza que precisan de varios corazones para bombear tanta sangre.
Todos los años, el 6 de agosto, para conmemorar su martirio, se celebran las fiestas en honor de los Santos Niños Justo y Pastor. Patrones de Alcalá, ese día, santo por cierto, por Justo que no por pastor, de un más que buen amigo al que me doy la libertad de felicitar desde aquí, es festivo en la ciudad, y cuando se trata de no currar gracias a una festividad religiosa, pues que viva la Semana Santa, la Navidad y el día del Pilar. Todos católicos, apostólicos y romanos. Yo el primero, lo que haga falta por eludir una jornada de trabajo. Una muy buena razón, de las cien que pienso encontrar, para amar Alcalá de Henares, ¿no os parece?
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