Nunca tendrás amigos como los que hagas en Alcalá de Henares. Parte II

Cien razones para amarte LXVII

Esta es la Sexagésimo séptima entrega de la serie de artículos CIEN RAZONES PARA AMARTE sobre Alcalá de Henares con que nos deleita nuestro colaborador Antonio Lera sobre las cien razones que le han llevado a amar esta ciudad.


Para Esperanza.
Vencerás, porque tu espíritu y tu corazón
ni saben ni entienden de derrotas.
Y porque lo digo yo, y no hay más que hablar
.

La fachada de San Ildefonso no te dará un abrazo cuando lo necesites ni tratará de animarte cuando te derrumbes. La estatua de Cervantes no te ayudará a levantarte si te tropiezas ni te curará las heridas de la caída. El Museo Arqueológico no se reirá contigo recordando anécdotas del pasado porque lo suyo es otro tipo de pasado, del a lo grande, del que no remueve nostalgias. La Puerta de Madrid no te dirá al cruzarla estás en tu casa, ahí tienes la
nevera, coge lo que quieras que ya está casi la paella. La calle Mayor te ofrecerá el dónde, pero no el cómo ni el cuándo ni el con quién compartir unas cervezas mientras te quejas de lo que te han puteado esa semana en el trabajo o de que el delantero centro de tu equipo de fútbol no le mete un gol ni al arcoíris. Y por mucho que tenga que ofrecer Alcalá de Henares nunca me ha dado ni me dará nada más valioso que los amigos que he hecho en esta ciudad.

Porque tener un buen amigo es de las mejores cosas que te pueden pasar en la vida. Y yo tengo varios. Soy muy afortunado. Ni loterías ni leches, quien tiene un amigo tiene un tesoro, a lo Bud Spencer y Terenci Hill, dándonos caña mutuamente pero que nadie me los toque, que yo con éstos a donde haga falta, hasta al infierno. Que mira si me conocen bien, y aun así me quieren. Y nunca me dejan hacer estupideces solo, se apuntan. Cuando tengo una mala idea si no pueden quitármela de la cabeza, pues al lío, espera que en media hora estamos allí contigo. Compartir momentos, vivir instantes, guardar secretos. Ya tienen que ser tus amigos para toda la vida, no queda más remedio, saben demasiado. Llegado este momento, no sabría decir si la mala influencia soy yo o lo son ellos. Lo mismo da que da lo mismo. Pero eso sí, jamás juzgues a un amigo, respétalo siempre y sé sincero. Mejor queda con él y juntos juzgad a otras personas.

A los amigos los eliges. Y el tiempo los selecciona. En algunas ocasiones sin criterio. El destino es a veces caprichoso, pero casi siempre justo. Como en el amor, no merece la pena mirar atrás, lo que se perdió si ha de volver volverá. Lo importante es lo que se tiene en cada momento, y hay que vivirlo, gozarlo, aprovecharlo. El carpe diem de la amistad. A tope y sin remordimientos. Compañerismo, lealtad, cariño y comprensión, cuatro pilares básicos. Y luego fiesta y diversión toda la que puedas y más.

Domingos mañaneros de ruta complutense buscando copa de vino, buena tapa y mejor conversación, de la de me alucina lo que ha vivido esta gente, y cuidado con lo que contáis, piratas robagallinas, que un día de estos lo pongo negro sobre blanco. Mediodías de tercios con la otra family, de arroz y solomillo o de gachas y chipirones en su casa o en la mía, que da igual porque las dos son las de ambos. Y que no me falte mi “pero qué toooonto eres Antonio” ni nuestro “al río con ella”. Compaginar libranzas para hacer planes juntos, teatros, museos, y fiestas de nochevieja a media tarde, con gachas y albariño. Algo de picar para acompañar unas cañitas, que ellas habrán sido compañeras de trabajo y serán amigas, pero nosotros ya casi hermanos. Gracias chicas por habernos presentado. La tropa del Cervantes, que no hace años ya de lo del Cervantes, pero hay seguimos, sin perdernos el contacto y la querencia, que cuando se quiere se puede y aunque sea de vez en cuando hay que compartir unos soulakis en el griego y búsquedas en google, que si no nos viene a la cabeza el nombre de ese tipo nos va a dar algo. Y la que le da vida visual a mis razones, la más antigua de todas, amiga alcalaína de presentación conquense, la rubia de corazón gigante y orejas pequeñas. Las de la cabeza, se sobreentiende. He mentido, la más antigua es mi cosladeña favorita, ya presente en mis años de instituto, emigrante complutense por amor, un amor que se fue pero que no se olvida, que no olvidamos ninguno de los que le conocimos. La mujer más fuerte que he conocido nunca. Y otra de las de casi siempre, compañera de carrera con la que nunca coincidí en clase, éramos más de delegación de alumnos, calle Mayor y taberna. Que en las aulas siempre hablaba el mismo y casi nunca se le entendía. Y los más recientes, del trabajo, del barrio, de las tardes de cabaret y las mañanas de impro.

No voy a decir sus nombres. No hace falta, saben de sobra quienes son, que son mis amigos, que los llevo en mi corazón y los amo en mis entrañas. Y que hay muy pocas cosas que no haría por ellos, porque sé que hay muy pocas cosas que ellos no harían por mí. Y si haberles conocido en Alcalá de Henares y compartir aquí mi vida con ellos no es la razón más importante para amar esta ciudad, pues ahí le anda. Gracias, sois los grandes culpables de mi felicidad.

Un amigo te ayudará a mudarte.
Pero un buen amigo te ayudará a enterrar un cadáver”.

Jim Hayes

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