Hace unas semanas tuvimos noticias de que dos jóvenes creadores alcalaínos: Víctor Quintas Lamas y Miguel Gutiérrez junto con su equipo artístico, habían emprendido una arriesgada aventura: producir un cortometraje y lanzarlo a su distribución y presentación en festivales. Para ello habían lanzado un crowdfunding que ha conseguido su primer objetivo.
El cortometraje : Mi propio infierno, no es una historia cualquiera, se trata de un drama fantástico, basado en una historia real, la de Miguel, el protagonista del corto, que propone la práctica artística como terapia contra la depresión y sus peores consecuencias.
Desde esta trágica experiencia, al borde del suicidio, que transmite Miguel a Víctor, se gesta este proyecto que dirige Víctor, protagoniza el propio Miguel y se está llevando a cabo con talento de un equipo técnico completo que pone su trabajo voluntario al servicio del arte. Un proyecto artístico que, además, tiene la pretensión de poder mostrar un camino en el difícil túnel en el que sume la depresión a las personas que las sufren.
Hemos conversado con Víctor y Miguel para ahondar un poco más en este proyecto y que nos cuenten alguna de sus impresiones, motivaciones y emociones. Aquí os dejamos toda la conversación que, sin duda, tiene detalles muy íntimos y valientes que ponen al descubierto temas tan duros y reales como las ideas suicidas que se apoderan de la mente de tantas personas.
Cómo despiertas tú interés por la historia de Miguel y como Miguel decide que va a poner su historia en vuestras manos? ¿fue un “amor a primera vista”: veo una historia tenemos que hacerlo? ¿Quiero que tú montes una historia con esta experiencia? ¿o algo más “meditado”?
Miguel Gutiérrez: Tuve la idea de hacer un vídeo para presentar un cuadro que contaba una etapa de mi vida. Tenía el trasfondo, sensaciones e imágenes que quería representar. Lo tuve claro en cuanto vi la estética de Victor y el tono que utilizaba en su anterior cortometraje. Un proyecto que me enamoró y con el que supe que Víctor sabría darle la belleza especial a mi historia y al propio cuadro que andaba buscando. Además, pensé que así podría transformarse en un proyecto mucho más consolidado y profesional, a través de una perspectiva diferente . Nos presentó un amigo, y después de varias reuniones, el proyecto fue cogiendo forma. Una vez teníamos la historia, la narrativa, la estética etc. Dejé que Victor se encargara del guion en su forma más narrativa y de la dirección del corto, ya que entendió perfectamente mi enfoque y simpatizo con todas mis ideas, gustos y valores.
Víctor Quintas: En cuanto escuché las premisas y los conceptos principales de Miguel, me di cuenta de que viajábamos en una misma dirección estética y conceptual, aunque en disciplinas distintas. Y aunque es cierto que tuvimos que sentarnos varias veces a la hora de esclarecer la ruta narrativa de la historia, la idea ya me conquistó desde el principio: Era una muy buena oportunidad para seguir desarrollando un formato en el que me acababa de embarcar a la hora de la praxis (tan solo un año desde mi anterior cortometraje), pero que hacía muchos años que lo estudiaba y llevaba a cabo en el ámbito teórico. Además, el concepto psicológico, mental y emocional, en cuanto a su relación con el arte por parte del artista, era una idea que compartíamos, sorprendentemente, desde sus tintes más generales, hasta sus reflexiones más concretas. En seguida nos dimos cuenta de que remamos en la misma dirección. Miguel me había dado una serie de puntos indispensables o marcas estéticas iniciales para ofrecerme posteriormente completa libertad (y confianza) para crear el guión y, como desde mi punto de vista, a Miguel le salvó el hecho de pintar su cuadro, se me ocurrió añadir la narrativa de cuento fantástico al estilo Dorian Gray, en el que el lienzo le propone un pacto a Miguel: Si consigue darle vida, el cuadro salvará la suya.
¿Creéis que ha sido una decisión acertada que Miguel sea el protagonista?. Miguel, ¿te está sirviendo de terapia también o más bien lo estás sufriendo doblemente?
Miguel Gutiérrez: Para mí, practicar cualquier disciplina artística es terapéutico, ya que me da el aire que muchas veces necesito. El mundo del cine siempre me ha fascinado, desde la adolescencia he estado rodeado de actores, filmmakers, etc, y la idea de realizar un cortometraje de mi historia y ser el protagonista, era un sueño.
Sabía que tenía que hacerlo porque el mundo hacía oídos sordos y cada vez aumentaban las víctimas por suicidio de manera vertiginosa.
Para que las personas tuvieran un referente real, y no participar de esas corrientes tan lejanas para quienes lo sufren, tenía que ser yo el protagonista, a pesar del sacrificio personal, al no haber actuado nunca, de abrir mi alma y mi dolor al público. Sacrificio que considero que puede funcionar como “pequeño empujoncito” para que terceros/as se animen a hacerlo también. El objetivo de hacer un cortometraje tan crudo como éste, que tratara el asunto sin tapujos ni medias tintas, era crucial, al igual que ir de frente con la verdad, en todos los sentidos. Dejando a un lado mi motivación personal, he aprendido muchísimo de mis compañeros y en el desarrollo del proyecto, es algo que no tiene precio y le sirve a uno para solventar muchos problemas en su vida diaria. Un cortometraje requiere mucha profesionalidad y coordinación, cada participante del proyecto hizo un trabajo y esfuerzo admirable, con la actitud idónea en todo momento, siendo una jornada tan intensa y ajustada.
Víctor Quintas: Coincido con las palabras de Miguel en cuanto a que, uno de los principales problemas del tema y su tabú, es lo difícil que resulta hablar de ello cuando se sufre, así como hacer uso de ello a través del arte como terapia. Sin embargo, creo que Miguel ha sido muy valiente a la hora de poner un verdadero rostro tras la historia, demostrando que no se debe sentir vergüenza ni deslegitimación ninguna por sufrir un estado mental similar o tener ideas suicidas. Creo que teniendo en cuenta el objetivo del cortometraje, era la opción más idónea, debíamos dar ejemplo. Además, para sorpresa de todos – y aunque hubo que redireccionar los ensayos de una manera menos académica -, Miguel estuvo fenomenal y lo sacó con creces.
Para Víctor: Tu anterior trabajo es el Sueño de un demonio : ¿Qué tienes con los demonios y los infiernos? 😉 ¿el género fantástico es donde te encuentras más cómodo?
Víctor Quintas: Pues parece ser que sí, para mi sorpresa. Suelen llamarme la atención las temáticas filosóficas y psicológicas “oscuras” – por decirlo de algún modo -, así como las estéticas muy cuidadas, incluso forzadas. Y el género de la fantasía oscura ha resultado un aliado perfecto en el que pueden habitar ambos conceptos. No obstante, no ha sido una elección premeditada a largo plazo, si no que ahora, que ya he escrito o grabado varios proyectos, me doy cuenta de que en su mayoría comparten la fantasía oscura como género. No quiero encasillarme única y exclusivamente en éste formato, ya que tengo previsto rodar otro tipo de proyectos, que aunque no sean fantásticos como tal, sí que tienen un toque narrativo “no realista” o cierta magia. Por algún motivo, el realismo absoluto no me llama mucho la atención, aunque tampoco tengo nada en contra del mismo. En definitiva, si, seguiré haciendo cosas de demonios e infiernos.
Vuestro objetivo entiendo que, tal como contáis, es, a parte de la creación artística la parte “terapéutica y social” que se pueda conseguir al visibilizar un tema tan importante como la depresión, ahora que, al fin parece que se comienza a hablar de salud mental y de suicidio en la población joven: ¿Qué os gustaría conseguir con este corto? : ¿Quizá la difusión en centros educativos ?
Víctor Quintas: No creo que el tema de la depresión y el suicidio sean tabú como tal, sino más bien, que se habla de ellos de una forma tabú, convirtiéndolo en algo muy superficial: Ante el colosal auge de estos estados mentales en la población, especialmente en los jóvenes, vienen desarrollándose una serie de filosofías y corrientes de psicología “New Age” centradas en lo positivo de salir adelante ante una dificultad, pero con un mensaje tan esperanzador y “luminoso” – y desde mi punto de vista, muy poco construido -, que terminan por ser corrientes superficiales y muy lejanas para quien las sufre, llegando a contemplarlas como algo irrisorio. Comprendo que se hace con buenas intenciones y que no se va más allá por precaución, pero a través del miedo no vamos a solucionar algo que proviene del mismo. Por este motivo, el cortometraje propone un punto de vista más sacrificado; dónde el artista o la persona que sufre, se adentra en el mismo sufrimiento con tal de comprenderlo y expresarlo artísticamente, sin mensajes iluminadores ni hartos de esperanza, sino oscuros y ciertamente desagradables, pero provechosos. Es un viaje difícil y algo peligroso, pero sin lugar a dudas, es más constructivo y funcional a largo plazo que repetirse a uno mismo “estoy bien”. Un psicoanalista y ensayista suizo escribió una frase cuya filosofía creo que representa muy bien las intenciones del cortometraje: “No se alcanza la iluminación/salvación fantaseando con la luz, sino haciendo consciente la oscuridad”..
Tenéis apoyo para la producción del cortometraje de la escuela Séptima Ars, ¿en qué está consistiendo este apoyo? ¿Y en el caso del ayuntamiento?
En el caso de la Escuela de Cine Séptima Ars, se trata de la escuela donde me formé y conocí a mis compañeros de rodaje, que tras coincidir en sus aulas, seguimos trabajando juntos tiempo después. La escuela nos ha cedido un valioso material de foto e iluminación, así como la confianza para hacer uso de todo ello . Y el ayuntamiento de Alcalá, desde la casa de la juventud, con la gran ayuda y predisposición de Manuel González, la cesión de espacios y otro valiosísimo material de arte como estatuas, telas, mesas, espacios para realizar los turnos de comida, etc.. La ayuda de ambos como proveedores, así como la renuncia al sueldo de nuestros compañeros de rodaje, ha sido completamente crucial para poder llevarlo a cabo, ofreciéndonos la oportunidad de realizar una producción de cortometraje bastante elevada, mediante unos costes muy bajos.
¿El equipo artístico está vinculado con Alcalá de alguna manera, o solo en tu caso?
Víctor Quintas: Pues tanto en el mío como en el de Miguel, ambos somos de Alcalá y nos hemos desarrollado artísticamente aquí. Aunque en mi caso, desde hace 4 años, con un pie en Alcalá y otro en Madrid. Solemos pensar que es en Madrid (centro más activo cinematográficamente hablando, junto con Barcelona) donde vamos a encontrar más oportunidades, sin embargo, tanto Miguel como yo, no nos habíamos encontrado con una predisposición y apoyo tan grandes como los que nos ha brindado La Concejalía de Juventud en Alcalá, especialmente Manuel González, coordinador área de recursos de La Juve, quien desde la preproducción, ha estado siempre presente para resolver nuestras dudas sobre el espacio o los materiales que podríamos aprovechar, con una actitud digna de estar tan agradecidos como lo estamos con él.
¿Qué es lo más difícil de la creación de un proyecto así?
Víctor Quintas: Son tantas las dificultades que no sabría por dónde empezar, aunque la mayor de todas es la tremenda coordinación y comunicación entre los distintos departamentos para realizar cada plano y tener todo previsto de antemano. Al ser un formato no tan corriente dentro del ámbito de la ficción, cuyo objetivo es el efectismo y la sensación inmersiva, requiere de una coordinación de efectos lumínicos, de arte o producción más complejos y poco comunes (rayos, lluvia generada en estudio, generar viento para mover objetos, etc). Por este mismo motivo, la gestión del tiempo era crucial, ya que cada plano requiere de mayor número de pruebas. Con el tiempo tras los talones, el tercer y último día de rodaje, nos informaron de que la última localización de rodaje (el Jardín del Capricho), había cerrado por ola de calor. Era una noticia desafortunada, ya que nos quedamos sin poder grabar el final del cortometraje, pero a cambio, pudimos aflojar con los tiempos y dar un respiro al equipo, quien llevaba trabajando contra reloj tres días.
Ahora seguimos trabajando para reunir la financiación suficiente para volver a la última localización a terminar el trabajo el último fin de semana de julio. Mientras tanto, el montaje y los VFX del proyecto han empezado a desarrollarse con el fin de no perder tiempo y llegar a la fecha prevista para intentar estrenar el cortometraje en el ALCINE, festival que está en el punto de mira principal de este proyecto, ya que nos hace una ilusión tremenda ser acogidos y apoyados en nuestra propia ciudad, así como por su valor artístico independiente.
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