Maria Isidra de Guzmán (1580-1645)

Ruta literaria por Alcalá de Henares

Localización 24: Calle Libreros. Facultad de Derecho. Antiguo Colegio Máximo de Jesuítas

Doña María Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda, más conocida como la Doctora de Alcalá, nació en Madrid el 31 de octubre de 1767. Hija de Don Diego de Guzmán y Ladrón de Guevara, Marqués de Montealegre, Conde de Oñate, y de Doña María Isidora de la Cerda, Condesa de Paredes.

En un tiempo en el que los estudios estaban vedados a las mujeres, incluso para las de clases más favorecidas, recibió una esmerada educación de su preceptor Don Antonio de Almara, quien apreció su “penetración de ingenio” su educación siempre fue alentada por sus padres, y vivió en un ambiente intelectual en una casa frecuentada por personajes como Jovellanos. Conocida como la “Doctora de Alcalá” fue la primera mujer en España que obtuvo el título de doctor, llegando a ser nombrada académica de la lengua.

Con solo 16 años recibió en la Iglesia del Colegio Máximo de la Compañía de Jesús de la Universidad de Alcalá el grado de doctora y maestra de la facultad de Filosofía y Letras Humanas. Disertó sobre Menandro, el autor de comedias griego, según sus propias palabras consideraba que: “No hay patrimonio más precioso que la sabiduría”, la defensa de su tesis fue muy aplaudida, aunque hubo tres doctores en Teología que manifestaron su protesta por escrito. Podemos imaginar los obstáculos que sufrió como mujer para alcanzar este título. “…admitid el duelo, a que os desafía una joven Española que ha empleado los pueriles ocios en la lección, e inteligencia de vuestros diccionarios”.

Carlos III acudió a presidir el ingreso de la nueva académica y ella dijo, con sobrado motivo, en su discurso: “¿No ha sido necesario apurar toda la liberalidad de la Real Academia Española para elevar a un honor que es el más distinguido empleo y encumbrado premio de los esclarecidos literatos a una joven de diecisiete años que sólo ha conocido por sus nombres los gimnasios, las academias, los seminarios, ni ha tocado los umbrales del famoso Templo de Minerva, ni aún ha oído otra voz que la de un solo maestro?”

Tras examinarse es nombrada doctora en un acto en el que se suprimió el abrazo que el rector y los doctores debían darle en señal de fraternidad, se supone que por motivos de lo que en la época se consideraba como “decencia”. No fue hasta un siglo después cuando otra mujer recibirá en Madrid el grado de doctora en Medicina en 1882, lo que pone aún más de manifiesto el valor de lo que logró la “doctora de Alcalá”.