En la nochebuena de 1938, en el sótano de la iglesia de un pequeño pueblo cordobés situado a los pies de sierra morena, convergen tres vidas. Tres desconocidos. Dos bandos. Una guerra.
Por todas aquellas personas, que aún aguardan en las cunetas.
Porque esa lana virgen, que es la memoria, convertida en un hilo finísimo y delicado que pendulea al tener en su extremo el peso de un huso que representa el miedo, el odio y la ignorancia, no termine de romperse.
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