Juguetes Rotos. Pelea con tu propio yo

Cuando sales del teatro con el corazón encogido, pero habiendo disfrutado cada minuto la obra que has estado viendo, es que has tenido la suerte de ver una de esas cosas que hacen que el teatro sea mágico y único para el espectador. No es que con el cine no pase, también cuando ves un “peliculón” tu alma se reconforta y yo siempre digo que eres un poquito más grande como ser humano, al menos más rico emocionalmente …

Y es que, las artes visuales, y en concreto el teatro, tienen el poder de sacarte una sonrisa, una lágrima, e incluso un grito ahogado de rabia,  cuando sales del teatro.

Da igual el género que escojamos, si tenemos la suerte de ver trabajar a unos actores como los que hoy protagonizaban Juguetes Rotos (Nacho Guerreros y Kike Guaza), el recuerdo de lo que nos quieren contar, y las emociones que nos transmiten, quedarán largo tiempo en nuestra memoria.

En el caso de Juguetes Rotos, el tema central, tiene que ver con algo tan íntimo como la identidad de género, durante la época del final del franquismo y todo el sufrimiento, que para las personas que no entraban en la “norma regular” heterosexual, supuso el querer vivir acorde con sus sentimientos.

La hora y media que dura el montaje, está plagada de situaciones extremas, pero también de escenas divertidas, por lo que consigue, en el espectador, jugar con una oleada de sentimientos y sensaciones que nos llevan del agobio, a la risa, pasando por la pena, la angustia y la desprotección.

Los dos actores protagonistas, que se reparten todos los personajes, hacen un trabajo de interpretación tan soberbio, que dejan al espectador sobrecogido en su butaca ante el desarrollo de los dos personajes principales. El personaje de Mario, interpretado por Nacho Guerreros y  Dorín que llega de la mano de Kike Guaza nos llevan a los rincones más oscuros, más dramáticos, pero también los más tiernos y divertidos, del drama de la transexualidad.

Un canto a la libertad sexual y de identidad de género, con un broche final lleno de poesía visual, que remata, perfectamente el desarrollo de la acción.

Imprescindible en este 2020, si no la has visto ya.

 

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