El cine nos abre ventanas
A estas alturas seguro que todos habéis escuchado o leído de que va “la película de las abejas” , y es que cuando una cinta empieza a ganar premios en los Festivales ( Oso de Plata a la Mejor Interpretación Protagónica, para Sofía Otero y con la Biznaga de Oro del Festival de Málaga) como es el caso de esta, y está nominada para varios Premios Goya y consigue tres de ellos, es un poco inevitable conseguir que nos sorprenda totalmente cuando nos sentamos en nuestras butacas de espectadoras.
En este caso, sabiendo que 20.000 especies de abejas, tiene como tema central la transexualidad en la infancia, o podríamos decirlo como el descubrimiento de la transexualidad dentro de una familia, quizá algunos de los potenciales espectadores tuvieran la sensación de que ya se han hecho otras películas o series centradas en este tema y que quizá no queda mucho por contar … Una reflexión tan equivocada como la de pensar que ya se han hecho muchas películas sobre asesinatos , sobre robos, o sobre el amor ¿no os parece?
¿Y si nos sentamos a ver la película?
Pues eso, que si somos capaces de no dejarnos llevar por mensajes más políticos que nos pretenden posicionar sobre cuestiones que van mucho más allá y tienen que ver con el profundo bienestar de las personas, podemos sentarnos a ver 20.000 especies de abejas con una mirada más libre y descubrir que:
SI es una película sobre la diversidad, sobre la transexualidad en la infancia, pero es mucho más que eso. Es una oda al autoconocimiento en toda su complejidad, no solo en el caso de Aitor (o mejor Lucía) , si no en el caso de todos y cada uno de nosotros, con respecto a nuestra identidad y como la moldeamos dentro de nuestra familia de origen, dentro de nuestra familia, la que construimos (o no). Es una película sobre relaciones entre padres, madres, hijos, hijas, maridos, mujeres, parejas, solteros, . Sobre la vida en los pueblos, sobre como se relacionan los distintos miembros de una familia con la religión y porqué. Sobre refugios, valores, descubrimientos del pasado, descubrimientos del presente, crisis existenciales, huidas, regresos . Va también expresarnos a través del arte, de poder hacerlo o no, de bloqueos, de cerrar heridas, de reproches, de confidencias, de confidencias también . Va de amistad, de escuchar sin juzgar, de estar atentos, de no culparnos, de la complejidad de la maternidad y la paternidad, de el remar todas a una, del amor fraterno. Va de tradiciones ancestrales, de conexión con la naturaleza y con la vida, desde su origen hasta su final, o más bien su transformación.
Con una historia que transcurre a lo largo de un verano como tiempo de catarsis para una familia al completo. En un lugar al que regresar, el hogar familiar, como metáfora de muchas cosas a destacar y reflexionar. Arropados por una naturaleza cargada de elementos sencillos pero también de un halo mágico que transfiere al bosque que rodea al pueblo un papel protagonista junto con el de las abejas que simbolizan esa diversidad de nada menos que 20.000 especies distintas y que impregnan a Lucía de la serenidad y fuerza suficiente (quizá desde la energía de sus ancestros) para atreverse a explorar su identidad, también la de género.
Un poco más sobre la película y sus protagonistas
Una película en la que Sofía Otero, la niña protagonista (para la que esta se su primera incursión en la interpretación) nos capta desde el minuto uno y nos lleva hasta la emoción más profunda, de la mano del resto de las actrices que la acompañan, comenzando por su madre ( Patricia López Arnaiz ) o su tía “la de las abejas” (Ane Gabarain) .
De la mano de la directora y guionista de la película Estíbaliz Urresola ha surgido esta película que se gestó allá por el 2018 cuando Estíbaliz escuchó la noticia de un joven vasco trans de 16 años, Ekai Lersundi, que no fue capaz de soportar su lucha para poder realizar esa transformación, y terminó suicidándose pero dejando una carta reveladora que fue el germen de muchas movilizaciones. Acompañada, desde el principio, por la asociación de familias de menores trans Naizen y desde el respeto y el tacto más absoluto, la directora consigue que nos pongamos en la piel de una familia con un menor trans. Que intentemos ver la complejidad del tema, el porqué de la necesidad de una ley que ampare estos procesos, y también toda una serie de apoyos psicológicos que nos ayuden a entender mejor que está pasando para que todo sea lo menos traumático posible para todos, y en especial para el menor.
La sociedad avanza, pero no tan rápido como algunas realidades necesitarían, pero estamos seguras de que este tipo de películas ayudan en este proceso, a conocerlo un poco más, a intentar empatizar, y entender un poco más porque las realidades son complejas pero como sociedad, como familia, nos toca arropar, entender, y normalizar cosas que, en el fondo, pertenecen a la intimidad de una persona y que nosotras solo debemos respetar, apoyar e intentar entender para, desde ahí normalizar, en un futuro no muy lejano. Esperemos que el camino no sea muy largo
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