187 años después, el enigma de Kaspar Hauser sigue sin resolver

El 17 de diciembre de 1833 murió asesinado Kaspar Hauser, en circunstancias tan enigmáticas como las que rodearon el momento en el que se lo vio por primera vez: en la primavera del año anterior, en una plaza de Núremberg, con la ropa rota (aunque alguna vez había sido de buena calidad), cara adolescente y una nota anónima en el bolsillo que indicaba su nombre, que su padre era un militar ya fallecido y que había recibido instrucción en “la lectura, la escritura y el cristianismo”.

Hauser casi no hablaba. Apenas había tenido contacto humano en sus 16 años, lo que indujo a pensar a quienes lo investigaron que había vivido siempre recluido, posiblemente en la habitación de una cuadra, a juzgar por el afecto que demostraba a los caballos. Fue pasando por las manos de varias personas importantes de la ciudad, que constataron que era inteligente, y llamó la atención de la alta sociedad como una suerte de buen salvaje. Incluso fue objeto de experimentos científicos, por ejemplo en torno a la homeopatía.

El drama nunca remontó. Sufrió un apuñalamiento, un intento de suicidio y, por último, fue misteriosamente asesinado.

El crimen nunca se resolvió. Tampoco el origen de la víctima. Múltiples conjeturas le atribuían unos padres nobles alemanes, o el parentesco con algún heredero al trono, e incluso corrió el rumor de que era hijo no reconocido de Napoleón Bonaparte. El enigma de este personaje, una de las grandes incógnitas de la historia de Alemania, sigue sin resolverse, y ha desatado la imaginación de artistas como Paul Verlaine, que le dedicó un poema; el Nobel Peter Handke, que consagró a su historia una obra de teatro; o Werner Herzog, que rodó una película sobre él.

Este sábado 15 de febrero llega al Corral de Alcalá de Henares Kaspar Hauer. Huérfano de Europa.

Un espectáculo que estrenó en el XXXIII Festival de Otoño a Primavera la  compañía La Phármaco, agrupación de danza española de vanguardistas. Fundada en 2009, la dirigen la bailarina y coreógrafa Luz Arcas (Premio Ojo Crítico de Danza 2015 y Premio Mejor Intérprete Femenina de Danza en los Premios del Teatro Andaluz 2015) y Abraham Gragera (poeta y traductor, licenciado en Bellas Artes, Premio El Ojo Crítico de Poesía 2013)

NOTA DE PRENSA

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