Alcalá de Henares ha conocido a lo largo de su dilatada historia varios enclaves de población. La leyenda habla de una mítica Iplacea fundada por soldados fenicios de la Guerra de Troya en el cerro del Viso que se extendió al valle con un barrio denominado Al-hala.
Los restos arqueológicos más antiguos corresponden al Paleolítico y fueron encontrados en yacimientos del Campus universitario, arroyo Camarmilla y margen izquierda del Henares.
Poblamientos del Neolítico, Calcolítico y Edad de Bronce han sido documentados gracias a los hallazgos localizados en las excavaciones de los cerros de la margen izquierda, de las terrazas fluviales y del yacimiento de la Esgaravita.
A la Edad de Hierro pertenece un castro celtibérico desvelado en la cuesta de Zulema donde se extrajo un pequeño tesoro de monedas. En una de ellas se puede leer el nombre íbero de Alcalá: Ikesancom Kombouto. Tal vez de este nombre pueda derivarse el romano de Complutum, aunque hay quienes prefieren relacionarlo con el término latino ‘compluvium’ (‘lugar donde converge el agua’) que describiría el terreno en el que confluyen los ríos Henares, Camarmilla y Torote.
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